junio 13, 2008

viajeros


Bariloche, ocho de febrero, 2008
- ¿Cuánto hay hasta Calafate?
- No, vos estás drogado javi, cómo vamos a ir hasta allá, deben ser, por lo menos 1300 Km. Además no creo que ti viejo nos preste la camioneta.
Ari y yo escuchábamos las boludeces que hablan los otros dos. Nuestra tarde continuó, sentados en la playa, programando que íbamos a hacer a la noche.
Dos días más tarde, en la casa de mi papá, cervezas y pizzas de por medio, javi vuelve a preguntar:
- Che, pelado (así le decimos a mi papá) vos sabés cuanto hay hasta Calafate.
- No, no tengo ni idea. Fijate en Internet, ahí seguro dice.
-Todavía seguís con eso, singamos que son 1300 Km, necesitamos varios días para ir y volver.
Seguimos conversando, más pizzas, más cervezas, anécdotas. Se hicieron las dos de la mañana, teníamos pensado ir a bailar, así que nos empezamos a preparar para salir. Llego la hora de irnos pero el pelado nos tenía una sorpresa.
-si quieren ir a Calafate lleven la camioneta, pueden salir a la mañana.
Nosotros nos miramos, pensamos que era una joda, pero no, estaba hablando en serio.
El primero en hablar fui yo.
-sí, dale, nos llevamos la camioneta y salimos temprano, a las 6 de la mañana mas o menos.
-Buenísimo, dijo ari.
No sólo nos presto la camioneta, nos llevamos la carpa, una conservadora (heladerita para nosotros), dos bolsas de dormir.
A las tres de la mañana estábamos en la casa de mi mamá. Preparamos algunas cosas más y nos acostamos.
La aventura empezó a las seis de la mañana.
Se puso en marcha el motor y salimos, sin saber cuantos kilómetros teníamos que hacer para llegar, tampoco teníamos un mapa para saber que ruta había que agarrar, sólo sabíamos que nos íbamos a divertir.
Todo comenzó en Bariloche, entre lagos y montañas, después de pocas horas de viaje, aparecieron el mar y las llanuras.
Ahí, en Comodoro Rivadavia, nuestra primer parada. Estacionamos cerca de la playa, que era toda para nosotros por que no había nadie. Nos metimos al agua, comimos y después de un rato seguimos viaje.
Horas y kilómetros pasaron entre mates y cervezas.
-Faltan 400 Km , qué hacemos, paramos a dormir acá o seguimos y llegamos a Calafate de noche.
-Mejor sigamos, quizás allá podamos ir a comer y tomar algo.
- El problema es que no sabemos si la ruta es jodida como para hacerla de noche.
- Yo tengo una moneda, si cae ceca seguimos.
Ceca! (festejé). Me senté al volante y continuamos el viaje.
Después de tres horas estábamos en Calafate. Pueblo chico, lleno de turistas. Encontramos un bar abierto, aprovechamos para comer algo y para preguntar donde había un camping para pasar la noche.
8 de la mañana fue una noche fría en la carpa. Buscamos un lugar donde tomar algo caliente y luego partimos hacia el glaciar. Ese lugar, ese “pedazo de hielo”, que nos hizo viajar 1700 Km (pensamos que eran monos).
Los 80 Km que nos separaban del glaciar los transcurrimos con ansiedad, con ganas de llegar, de ver e intentar entender por qué tanta gente quiere conocer el glaciar Perito Moreno. Una vez allí quedamos impactados, es realmente sorprendente sacamos fotos hasta cansarnos. Observamos algunos desprendimientos, iguales a los que la tele le dedica horas de transmisión, solo que nosotros estábamos ahí. Pasamos un día excelente pero había que emprender el regreso.
Aunque había risa y buen humor, la vuelta no fue fácil, cubiertas pinchadas, en realidad fue siempre la misma, esto nos retrasó y nos obligó a dormir una noche arriba de la camioneta. Nada de eso nos sacó el buen humor. Todo nos daba algún motivo para la risa.
Llegamos a casa. Ahí nos esperaban mi mamá, mi tío y su esposa, ansiosos por que les contemos y mostremos las fotos. Pero nosotros estábamos cansados.
- Por fin durmiendo en una cama.
- La camioneta y la carpa te arruinan.
- Che ¿Cuánto hay hasta las cataratas?

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